Pepe Ortuño une a Andrés Vera, el pasado del 1.500, con el futuro del ‘Playas de Castellón’ en la distancia: Víctor Ruiz. 

 

La fotografía no calla lo que siente. Es una prueba de que la vida es capaz de unir pasado, presente y futuro en una sola mirada. La diferencia que separa a un hombre mayor, Andrés Vera, que va a cumplir 58 años el 31 de diciembre, de uno joven de 25, Víctor Ruiz, que aún lo tiene todo por hacer. La fotografía que nos envalentona porque nos devuelve a  Andrés Vera. Quizás 35 años atrás en los JJOO de Los Angeles 84 cuando las tres eliminatorias (previa, semifinal y final) se celebraban en tres días seguidos. Y él, después de una angustiosa semifinal en la que tuvo que salirse hasta la calle 4 para superar al sudanés Omar Khalifa, llegó a la final olímpica. Y allí fue séptimo entre un grupo de atletas en el que no sólo estaban los dueños del podio: Coe, Cram, Abascal. También había nombres como Steve Ovett, Steve Scott, Jim Spivey y, por supuesto, Joseph Chesire, que peleó el bronce hasta el último suspiro.

Eran otros tiempos. Andrés Vera tenía entonces 23 años. Víctor Ruiz tiene hoy 25 y una biografía por escribir en la que sus sueños están domiciliados en la misma prueba: el 1.500. La distancia que no es ni corta ni larga. La tierra prometida, en realidad, en la que Victor ha vuelto a ser un producto de Pepe Ortuño como lo fue Andrés Vera en los ochenta. La diferencia es que Pepe ya tiene 65 años y está jubilado después de dedicar 38 años de su vida a la enseñanza. Pero ahí sigue en la pista como si fuese el mismo de ayer. De lo contrario, no aparecería en esta fotografía ni sería el enlace que une a estas dos generaciones que no aprueban que cualquier tiempo pasado fuese mejor. En realidad, es su manera de convencernos de que el futuro es imprevisible y de que la ambición de Víctor Ruiz tiene la orden de plantar cara al futuro. Sin ir más lejos, en el 1.500 del próximo Europeo de pista cubierta en Glasgow, donde quiere estar y no quiere decir no a nada. Pepe Ortuño lleva años convenciéndole como en el pasado convenció a Andrés Vera. No creas en lo imposible, no vale de nada. 

Campeón de España de 800 y 1.500 metros, el pasado de Andrés Vera hoy es una fortaleza. Por eso esta fotografía tiene tanto valor. No sólo es una premonición. También actúa como un legado entre dos atletas criados en esta tierra. Andrés llegó a hacer 3’35» en 1.500. Víctor ahora tiene 3’41». Pero esa es la diferencia. Andrés ya hizo lo que tenía que hacer. Víctor lo está haciendo. Por eso escucha a Andrés, que hoy es director de relaciones con instituciones y empresas del Playas de Castellón. Víctor, sin embargo, es uno de sus atletas. El mismo que desafió a Mekkissi y el mismo que mira a los ojos a Andrés Vera cuando le escucha decir  que «el sueño de ser el mejor solo depende de dar lo mejor de tí en cada momento». Porque, en realidad, ese es el mismo mensaje que le transmite cada día Pepe Ortuño. El mismo mensaje que rebaja la distancia que separa a estas dos generaciones, unidas hoy en una sola fotografía, que podría ser un regalo de Navidad. El futuro tiene la palabra. Solo se trata de entenderlo como  entendió Andrés Vera en el día más importante de su carrera en la final de los JJOO de Los Ángeles 84. «Pégate a los primeros, si puedes, y espera tu oportunidad».

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