Después de cinco años en nuestro club, y de dos décadas de una biografía deportiva envidiable, Concha celebra haber elegido su adiós. “Es una etapa que veía que se había acabado. No podía ir en contra de mí misma”.
“He tenido la suerte de estar en un equipo como el Playas de Castellón estos últimos cinco años, en un club que, por encima de todo, es una familia en el que la persona está por encima del atleta”, argumenta Concha Montaner con la misma naturalidad que definió su carrera. “Naturalmente, el Playas busca el rendimiento, pero si un atleta se queja de que tiene un dolor o de que la próxima semana tienes un examen, por poner un ejemplo, sabes que estás en el sitio correcto. Quer nadie te va a hacer sentir mal. Por eso tienes que tratar de dar al club tanto como el club te da a tí y, si ves que ya no vas a poder, como es mi caso, lo más lógico es reconocer ‘hasta aquí he llegado, mi cuerpo ya no puede más’. Sin ir más lejos, en la última competición que hice ya no estaba para competir, pero lo hice porque eran importantes esos puntos para el club. Pero yo ya sabía que esto se acababa”.
La sensación es que hoy despedimos a un mito, a una mujer que estuvo en cuatro JJOO, a una atleta “que nunca dejará de ser atleta, porque eso ya se lleva en la sangre. No volveré a saltar, no volveré al pasillo, no volveré a hacer pesas, pero no dejaré de salir a correr”, añade Concha Montaner, la misma mujer que reivindica que “ser atleta es acostumbrarse a vivir con el dolor” y hasta puede poner su propio ejemplo. “Me ha costado tres meses que se me fuesen todos los dolores”, dice ahora que lleva una vida normal, en su trabajo “como administrativa en jornada intensiva por las mañanas” y sin las exigencias del deporte de élite. “Me parece que mi vida va a ser más fácil a partir de ahora. No voy a tener que estar pendiente de ir a entrenar por las tardes. Voy a tener más tiempo para mi hija de nueve años, para disfrutar más de ella y de mi familia y para vivir otra etapa de mi vida. Por eso no me entristece decir adiós. Al contrario. Me enorgullece haber sido atleta, haberme desarrollado completamente en lo profesional y haber aguantado tantos años porque la primera vez, que fui internacional absoluta, fue en 1999. Nunca hubiese imaginado llegar hasta aquí”.
Su biografía, digna de la Wikipedia, es parte de su herencia, que hoy ya ha pasado “al baúl de los recuerdos en los que no recuerdo grandes obsesiones ni supersticiones en mi vida. A lo sumo, empezaba la temporada con el mismo peinado que la terminaba”, ironiza la mujer que llegó a su techo, a saltar 6,92 metros en el verano de 2005. “Desde entonces, nunca volví a lograr esa marca, pero eso no quiere decir que fuese peor atleta. Al contrario. Creo que el tiempo me hizo mejor atleta. Me demostró que podía tener una regularidad y que, a pesar de que transcurriesen los años, yo podía seguir estando ahí. Por eso es importante demostrar ahora, cuando voy a contestar preguntas de mi retirada, que estoy contenta porque, en realidad, lo estoy. Incluso, hay gente que me da las ‘gracias’ por todos estos años y entonces una se da cuenta de que supiste estar así, de que, a medida que pasaban los años, los objetivos se hacían cada vez más grandes y, sin embargo, creo que supe hacerles frente”.
Así que nosotros, desde el Playas de Castellón, nos solidarizamos con ella y con su satisfacción. Nunca olvidaremos lo que nos dio antes y después de conocerla. Ni esa medalla en el Mundial de pista cubierta de Moscú ni la plata en el Europeo de Birmingham del año siguiente que hoy forman parte de nuestra nostalgia, “porque te demuestra que el tiempo pasa muy rápido”, vuelve a explicar ella, Concha Montaner. “Pero no podemos hacer nada más que aceptarlo y celebrar que cada etapa de la vida tenga sus cosas buenas. Yo ya no volveré a competir en unos JJOO, que es lo máximo, pero, a cambio, disfrutaré de mi niña de nueve años e imagino que cada mañana me levantaré con menos dolores. Y, a los 37 años, he sido yo la que he podido tomar esta decisión. Quizá por eso no me queda pena”.