La atleta del Playas de Castellón, nacida en Almazora, desafiará, a los 17 años, a las mejores del mundo en el lanzamiento de martillo en los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018 en Buenos Aires. «Antes tenía dos piernas que eran como dos palos y que ahora son como dos árboles», explica.
«Si soy finalista, seré la persona más feliz de la tierra. Pero sólo con el hecho de estar entre los casi 3.998 deportistas inscritos ya soy feliz, pues en cada especialidad sólo puede ir un atleta por país y en la mía, en el lanzamiento de martillo, voy a ser yo», explica Aitana Safont, la atleta del Playas de Castellón, que va a participar entre el 6 y el 19 de octubre en los Juegos Olímpicos de la Juventud en Buenos Aires, con el entusiasmo de «una joven que cruza el charco por primera vez para competir frente a las mejores del mundo. He sido campeona de España en mi categoría. He sido quinta este año en el Europeo de Hungría», añade a los 17 años Aitana, nacida en la localidad castellonense de Almazora. «No se puede llegar a más está edad. Al menos, ahora tengo esta sensación y me gusta. Pero eso no quita que sepa que esto es lento y difícil. El atletismo es un deporte exigente que pide mucha paciencia. Creo que estoy preparada para tenerla».
«Llevo cinco años con mi entrenadora, Mari Carmen Vidal, que fue la que me descubrió. Yo nunca iba a hacer martillo, sino altura hasta que ella descubrió mi capacidad con el martillo», argumenta Aitana, que recuerda con nostalgia sus inicios. «Yo tiraba el martillo y me iba detrás porque era muy delgadita. Tenía dos piernas que eran como dos palos y que ahora son como dos árboles», ironiza hoy sin perder la perspectiva del tiempo. «Me encanta estar donde estoy, pero también sé que si no fuese por Mari Carmen, mi entrenadora, yo no estaría aquí. El día que me hizo saber que tenía esta capacidad no sabía qué decir”.

Aitana no puede esconder su felicidad. «No sabría cómo hacerlo porque me apasiona lo que hago. En realidad, el martillo es apasionante. No es, por ejemplo, como una carrera de 100 metros cuya emoción se reduce a los 11 o 12 segundos que puede durar. Sin embargo, en el martillo la emoción puede durar 40, 50 minutos, los que sean, hasta que se alarga el concurso. Durante ese tiempo me siento como si esperase la nota de un examen y es una sensación que me apasiona por dentro y por fuera“, añade ella, que cursa Segundo de Bachiller con la idea de estudiar en el futuro Magisterio Infantil. «Pero ahora he de reconocer que el atletismo ocupa un lugar muy, muy importante en mi vida. Toda esa emoción de la que hablo forma parte de mi motivación».

«Quizás porque desde muy pequeña siento ese espíritu de competición. Mi padre me llevaba con él a las competiciones en las que participaba. A medida que cumplí años, descubrí que este mundo me apasionaba y ahora estoy aprendiendo a dominarlo, a sacar jugo de cada uno de mis seis lanzamientos. Al principio, recuerdo que me temblaba hasta el dedo pequeño del pie», justifica Aitana, una atleta de la tierra que se siente realizada en un club como el Playas de Castellón. «Llegar aquí es tan difícil y a la vez tan importante… Sientes que estás en el sitio exacto para avanzar y la principal enseñanza que me ha dejado en estos años es que las distancia no es un impedimento. Los atletas pertenecemos a distintas provincias de España. Sin embargo, cuando nos reunimos en una competición por equipos somos como una piña y nos apoyamos como si nos conociésemos toda la vida».

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